Capricornio
Las Aves Estinfálidas


Mercurio en Capricornio - (Exaltación)
En el quinto trabajo Heracles tenía que ahuyentar a las innumerables aves antropófagas consagradas a Ares que tenían pico, alas y garras de bronce y que, asustadas por los lobos del Barranco de los Lobos, situado en el camino de Orcómeno, habían huido al Pantano de Estínfalo.


Venus en Capricornio - (Caída)
Aquí criaban y vadeaban por el río del mismo nombre, y de vez en cuando remontaban el vuelo en grandes bandadas para matar a hombres y animales descargando una lluvia de plumas de bronce y al mismo tiempo un excremento venenoso que arruinaba las cosechas.


Marte en Capricornio - (Domicilio)
Cuando llegó al pantano, que se hallaba rodeado por espesos bosques, Heracles se vio en la imposibilidad de ahuyentar a las aves con sus flechas, pues eran demasiado numerosas. Además, el pantano no parecía lo bastante sólido para soportar el peso de un hombre andando, ni lo bastante líquido para utilizar una embarcación.


Júpiter en Capricornio - (Exilio)
Sin embargo, mientras Heracles permanecía en la orilla sin saber qué hacer Atenea le dio un par de címbalos de bronce hechos por Hefesto; o puede que fuera una matraca.


Saturno en Capricornio - (Exilio)
Desde una estribación del monte Cilene, que domina la vista del pantano, Heracles se puso a tocar los címbalos, o a sacudir la matraca, produciendo tal estrépito que las aves levantaron el vuelo formando una gran bandada locas de terror.


Sol en Capricornio - (Exaltación)
Derribó a cientos de ellas mientras se alejaban volando hacia la isla de Ares, en el Mar Negro, donde más tarde las encontraron los argonautas. Algunos dicen que en aquella ocasión Heracles iba con ellos, y que mató a muchas más.


Luna en Capricornio - (Caída)
Las aves estinfálidas son del tamaño de las grullas y se parecen mucho a los ibis, sólo que con sus picos, no curvados, pueden atravesar un peto de metal. También crían en el desierto de Arabia y allí causan todavía más daño que los leones o los leopardos, porque se lanzan contra el pecho de los viajeros y los traspasan.
Los cazadores árabes han aprendido a llevar corazas protectoras de corteza de árbol trenzada, en las que se enredan los picos mortales, dándoles así a ellos la posibilidad de asir y retorcer los cuellos de sus atacantes. Es posible que una bandada de esas aves emigrara de Arabia al pantano de Estínfalo y éste diera su nombre a toda la especie.
[Robert Graves. Los mitos griegos. Tomo 2 - Mito 128]